" Bebemos y no somos felices. Dejamos la bebida y tampoco lo somos, caminamos para todos lados, nos quedamos quietos y nada, tampoco. Pensamos como no debemos, mucho menos los somos... Callamos, hablamos y nada. Ya no los reconozco, ni rastro de quién era y tampoco de lo que eran".
Vamos muriendo poco a poco y sin darnos cuenta, hasta que nada tiene sentido y nos convertimos en un accidente y así es como comienzas a enamorarte más del deseo que del objeto deseado. La felicidad se comienza a desviar, comienzas a enamorarte de la nada de no sentirte, de los vicios que matan pero duelen tan bien... Al poco tiempo llega la destrucción. El desamparo te muerde y quiere envolverse en el alma, se convierte en el nuevo opio divino para los corazones, que asesina y sepulta diariamente el oscuro enemigo que nuestro pecho anida, llamado felicidad; Lo irreparable, lo irremediable, lo inevitable y lo irreversible van tejiendo como arañas su tela en nuestro corazón.
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